En Japón hay multitud de festivales tradicionales, matsuris (祭) se llaman. Recientemente he ido a dos en Nagoya, uno en la zona de Narumi y otro en la de Arimatsu. En ambos matsuris me encontré con unos personajes bien curiosos, llamados Shojo (猩猩). Unos personajes exclusivos de esta zona de Nagoya, por lo que no los veréis en el resto de Japón.
Son unos gigantes, que persiguen a los niños. Ataviados con una gran escoba, o con una manopla de espuma, cuando encuentran a un niño, si está de cara, le acaricia el pelo, pero a la que se da la vuelta, pam! le arrea con la escoba en el culo de forma enérgica, con lo que, pese a no causar daño alguno, produce un pequeño estruendo. La tradición dice que si recibes un escobazo en el culo, durante el verano no te pondrás enfermo.
A los peques les encanta, y corren para que el “Shojo”, no les alcance. Risas, gritos, alboroto, lo niños corren a provocar a los gigantes y escaparse después.
Aunque la verdad es que lo mayores también se llevan algún que otro escobazo cuando te cruzas con alguno, que me lo digan a mí! Jajaja!
Lo que me gustó mucho es puedes tomar parte en esta tradición japonesa. Muy amablemente los encargados de los gigantes te ofrecen si quieres convertirte en uno de ellos. Y claro… no me pude resistir en convertirme en un Shojo. Este soy yo.
Los gigantes están hechos con un “esqueleto de caña” y cuando te vistes con él, la estructura se aguanta sobre tus hombros. Ves a través del pecho, justamente por donde la bata o el kimono está abierto, ya que allí la tela es menos tupida. Tan solo queda encontrar la manga para sacar el brazo, coger la escoba y causar la revolución entre los peques!
Además disponen varios tamaños de Shojo, con lo que hasta los más peques se pueden poner uno sobre lo hombros. Aquí una foto de un peque repartiendo escobazos!
Es una experiencia muy divertida y uno enseguida se mete en el papel. Te animas y empiezas a correr arriba y abajo, pero claro en verano, y con dicho atuendo pues hace un poco de calor eso si… pero bueno estamos en un Matsuri, con muchísimos puestos ambulantes donde aplacar tanto el hambre como la sed, así que no hay problema!
La imagen del gigante en unas fiestas tradicionales me recordó a los gigantes de Cataluña. Aunque salvando las diferencias, ya que en mi tierra los gigantes se limitan a desfilar y bailar al ritmo de la música en los pasacalles. Y además allí no te dejan llevar al gigante.
Sé que el tema de los gigantes existe en muchas zonas de España, pero desconozco si en todos los lugares, son como en Cataluña, es decir bailan y ya está o como en Japón se dedican a perseguir a los niños. Lo que si que veo muy positivo es el hecho de poder convertirte en gigante, de esta forma te implicas mucho más y es un pequeño gesto que ayuda a mantener vivas tradiciones tan bonitas y peculiares como esta!